domingo, 13 de noviembre de 2011

¿Cómo debemos perdonar?


Basaré esta entrada en un libro de Chris Brauns, quien es el pastor de The Red Brick Church en Illinois, el cual se titula "Unpacking Forgiveness" (Desempacando el Perdón).  Este libro trata sobre el perdón desde la perspectiva de Dios según nos lo enseña en su Palabra.


El perdón ni siempre es unilateral ni incondicional

Este subtítulo tal vez les sorprenda.  Una sabia abuela decía que “toda sana relación está formada por dos buenos perdonadores”.  El perdón debe ser un proceso entre el ofendido y el ofensor, sustentados por Dios, con lo que nos enseña y nos capacita.

Es demasiado común la idea equivocada de que el perdón siempre debe concederse unilateral e incondicionalmente por el ofendido, aunque el ofensor ni siquiera reconozca su ofensa.  Eso no sólo es muy difícil de hacer en algunas ocasiones, sino que puede ser aún imposible sin la intervención de Dios en nuestras vidas.  En todo caso, tampoco es lo que Él espera de nosotros en ofensas de cierta trascendencia.


¿Cuándo es mejor simplemente olvidar el asunto?

Aunque siempre será sano reconocer nuestras ofensas, pedir disculpas y que éstas sean concedidas, hay demasiadas ocasiones que se comete una falta sin mayor trascendencia contra alguien, y las razones pueden ser muchísimas, algunas son:  Accidentes, simples descuidos, olvidos, torpezas, excesos de sensibilidad de quien es ofendido, excesos de rudeza o falta de sensibilidad de quien ofende, etc., etc.  Quien ofende puede no reconocer su falta porque la ignore o, malamente, porque no tiene la disposición de pedir una disculpa.  En esas ocasiones lo más sano es “no engancharse” y sí perdonar unilateralmente, pues además, no es raro que grandes conflictos surjan de problemas realmente tontos y pequeños.  ¿Quién puede discernir sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Salmo 19.12 RV95  Dios sabe que tenemos muchas fallas de las que no somos conscientes.  El odio despierta rencillas, pero el amor cubre todas las faltas. Proverbios 10.12 RV95  El odio no nos debe dominar porque estaríamos siempre peleándonos.  Si damos lugar al amor podemos resolver "todas las faltas" (especialmente las tontas y pequeñas).


Dios nos da la pauta sobre cómo perdonar

Hablemos ahora sobre las faltas más graves.  Conocen muy bien el siguiente pasaje que pertenece al modelo de oración que Jesús nos enseñó y es conocida como “El Padre Nuestro”:  Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Mateo 6.12 RV95 (* en otras partes de la Biblia se dice “ofensas” o “pecados”).  Veamos otros dos más.  Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4.32 RV95  Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Colosenses 3.13 RV95

El concepto clave en estos 3 pasajes es “como”, lo cual indica que Dios nos da la pauta.  Jesús, en una de sus parábolas, historias sencillas con las que nos comunica verdades profundas, nos explica porqué quiere que actuemos como Él.

»Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Cuando comenzó a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A este, como no pudo pagar, ordenó su señor venderlo, junto con su mujer e hijos y todo lo que tenía, para que se le pagara la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba diciendo: “Señor, ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo”. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, lo soltó y le perdonó la deuda.
»Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios; y agarrándolo, lo ahogaba, diciendo: “Págame lo que me debes”. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo”. Pero él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándolo su señor, le dijo: “Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?”. Entonces su señor, enojado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas. Mateo 18.23-35 RV95

Esta parábola nos muestra que el rey le perdonó al primer siervo una deuda de “diez mil talentos”, tan enorme que era literalmente impagable.  Así son nuestras deudas con Dios, por todos nuestros pecados en nuestras vidas.  Sin embargo, Dios tiene misericordia de nosotros y quiere perdonar nuestras ofensas.  Así pues, es lógico que si esperamos ser perdonados por grandes deudas a Dios, seamos congruentes y tengamos la disposición de perdonar ofensas menores a nosotros, pues nunca se compararán con las nuestras hacia Él.


El modelo que Dios nos da para perdonar


Dios nos ofrece el perdón como regalo.  Él tiene la disposición de perdonarnos y de ofrecernos ese regalo.  Es un regalo porque no nos lo hemos ganado ni nos lo merecemos; de otra manera sería un pago como retribución por algo que hicimos o un premio que merecimos.  ... porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe ... Efesios 2.8-9 RV95  Por otro lado, un regalo hay que recibirlo, y aquí está el rol de la parte ofensora.  Si despreciamos al que nos da el regalo y/o al regalo mismo, no lo recibiremos.  Para recibir el regalo del perdón es claro que debemos estar concientes de que necesitamos ser perdonados y queremos restaurar la relación con la persona a la que ofendimos.  En otras palabras, si no reconocemos la ofensa no creeremos necesitar el perdón.  Así mismo, si no valoramos al ofendido, tampoco nos interesará recibir su perdón, aún reconociendo la ofensa.  Volviendo a nuestra relación con Dios, ciertamente debemos reconocer nuestras ofensas contra Él y contra nuestros semejantes pues también son contra Él.  Y por supuesto, también debemos valorar a Dios para querer restaurar nuestra relación con Él.

Tomando como modelo la misericordia que Dios tiene con nosotros, también nosotros debemos tener la disposición de tender la mano y ofrecer el regalo del perdón.  El ofensor puede aceptar el regalo del perdón que le ofrecemos al reconocer su falta, arrepentirse, disculparse y, al nosotros perdonarlo podemos incluso restaurar nuestra relación con él.  O puede desairarnos, en cuyo caso nosotros habremos hecho nuestra parte.  Ese desaire puede lastimar nuestro orgullo, pero ese orgullo ni es bueno ni importante, lo realmente importante es obedecer la voluntad de Dios.  «Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes». 1a pedro 5.5b RV95

Veamos el modelo que nos presenta de cómo hacerlo:  »Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando tú y él solos; si te oye, has ganado a tu hermano. Pero si no te oye, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oye a ellos, dilo a la iglesia; y si no oye a la iglesia, tenlo por gentil y publicano. Mateo 18.15-17 RV95 (* El significado original de la palabra “iglesia” no es grupo religioso o templo, es “asamblea”, o sea agrupación de personas; sin embargo, en este pasaje se refiere al grupo de los creyentes).

Estos son los pasos a seguir:

1. Hay que indicarle a quien nos ofendió porqué nos sentimos ofendidos.  Aunque parezca innecesario, muchas veces la otra parte no está conciente o plenamente conciente de todos los alcances de su ofensa (“¿Quién puede discernir sus propios errores?”).  Si Dios nos instruye a hacerlo es por algo.  Además, el callar nos hace mal.  Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día ... Salmos 32.2 RV95  Si bien, debemos recordar y mantener el objetivo restaurador que Dios quiere  ... si te oye, has ganado a tu hermano. Mateo 18.15b RV95  No simplemente desahogar nuestro coraje y resentimiento.  El necio al punto da a conocer su ira ... Proverbios 12.16a RV95  Como yo he visto, los que aran iniquidad Y siembran injuria, la siegan. Job 4.8 RV95

Haciéndolo, debemos estar preparados para reconocer que también podamos ser culpables de ofensas por nuestra parte y entonces, independientemente de que sigamos teniendo un agravio contra nosotros, asumir nuestro rol de ofensores en lo que nos corresponda.  Es fundamental que previamente hayamos examinado justamente nuestras acciones y actitudes relativas al asunto a tratar.  Confesaos vuestras ofensas unos a otros ... Santiago 5.16a RV95  ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: “Déjame sacar la paja de tu ojo”, cuando tienes la viga en el tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. Mateo 7.3-5 RV95

2. Al principio, debemos tratar nuestro problema SÓLO con la otra persona, NO involucrando a NADIE más, pues si lo hacemos, podemos caer fácilmente en chismes y empeorar mucho las cosas.  Todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende de palabra, es una persona perfecta, capaz también de refrenar todo el cuerpo. He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves: aunque tan grandes y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Santiago 3.2-6a RV95

Evita expresar gratuitamente opiniones negativas de la gente, sobre todo hacerlo con demasiadas personas.  Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros. Filipenses 4.8-9 RV95

3. “Si te oye” (cf. Mateo 18.15b RV95).  Este oír no significa que simplemente percibió los sonidos de nuestras palabras, sino que reconoció su falta y, por ende, se arrepintió* y pidió perdón (* arrepentimiento en el original griego μετάνοια - 'metanoia' cuya traducción literal es "cambio de mente", es decir, un cambio de actitud, lo cual es más que remordimiento que es sentir pena por haber hecho algo, sino querer ser/actuar diferente y no volver a ser/actuar igual).  En este caso lo que corresponde ES PERDONAR.  Tras esto el logro más importante es RESTAURAR una relación.  Cuando nos perdona, Dios restaura nuestra relación con Él.  Así mismo, el alcance final del perdón se logra cuando podemos restaurar nuestras relaciones personales.

Hay que notar que a veces, aún perdonando, puede haber consecuencias por la ofensa, como la restitución que Dios contempla.  ... si el impío restituye la prenda robada, devuelve lo que haya robado y camina en los estatutos de la vida, sin cometer iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. Ezequiel 33.15 RV95  Todas nuestras acciones tienen consecuencias, por lo que alguien puede perdonar a otro, pero ese otro aún así tiene que enfrentar ciertas consecuencias de sus actos, que pueden ser tan grandes como ir a la cárcel si mató a alguien.  Porque sembraron vientos, segarán tempestades. Óseas 8.7a RV95

En todo caso, siempre debe estar presente la misericordia.  Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia ... Óseas 10.12a RV95  Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo, porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir». Lucas 6.38 RV95

4. Si no nos oye, debemos intentarlo de nuevo con una o 2 personas más (no más), para que nos sirvan de testigos.  Su función puede ser también la de mediar para ayudarnos a considerar todas las circunstancias de una forma justa y equitativa.  Lo deseable es que, después de esto, si impera la voluntad de Dios, reine la sensatez y se llegue al reconocimiento de faltas y al perdón ... porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Mateo 18.20 RV95

5. Ya en ÚLTIMA instancia, se acude a la asamblea (que en algunos casos pudiera interpretarse como la familia).  Aquí, lo que se busca es que la intervención de más personas, siempre y cuando estén guiadas por lo que dispone Dios, ayude a lograr la concordia con la justicia y misericordia que deba haber.

6. Si después de TODO eso, el ofensor ni reconoció sus faltas, ni se arrepintió y, por ende, no se le pudo perdonar y restaurar la relación con él, el tenerlo “por gentil y publicano” quiere decir que ya no tengamos relación con él.

Así pues, es un proceso como sigue:  DISPOSICIÓN DE PERDONAR – COMUNICAR NUESTRO AGRAVIO – ARREPENTIMIENTO – PEDIR PERDÓN – PERDONAR – RESTAURAR RELACIÓN


DISPOSICIÓN DE PERDONAR


Sin esto, nada de lo demás es posible.  Una parábola muy conocida que nos ilustra esa disposición es la famosa del Hijo Pródigo, la cual transcribo a continuación:  También dijo: «Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde”. Y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo, el hijo menor se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó él a pasar necesidad. Entonces fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual lo envió a su hacienda para que apacentara cerdos. Deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros’ ”. Entonces se levantó y fue a su padre. Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó. El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. Pero el padre dijo a sus siervos: “Sacad el mejor vestido y vestidle; y poned un anillo en su dedo y calzado en sus pies. Traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta, porque este mi hijo muerto era y ha revivido; se había perdido y es hallado”. Y comenzaron a regocijarse. Lucas 15.11-24 RV95

Aquí vemos que el padre, aún antes que el hijo le expresara su arrepentimiento, estaba dispuesto a recibir a su hijo.  Si en vez de esta disposición, el padre hubiera estado lleno de resentimiento y amargura, el hijo tal vez conociendo la naturaleza de su padre, no hubiera pensado en volver y pedirle perdón o, habiéndolo hecho, se hubiera topado con el desprecio y rechazo de su padre.

La venganza es de Dios

No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor». Así que, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber, pues haciendo esto, harás que le arda la cara de vergüenza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. Romanos 12.17-21 RV95

Para esto es imprescindible aplacar nuestros sentimientos de venganza, la cual sentimos por nuestros anhelos de que se nos haga justicia.  Sin embargo, nuestras pasiones hacen que cualquier venganza que provenga de nosotros corra el riesgo de ser injusta y desproporcionada.  Simplemente, es imposible que tengamos conocimiento pleno de todas las circunstancias involucradas en los hechos que nos afectaron.  Por eso dice el Señor que la venganza es suya, porque será en la justa medida, ni más ni menos.  Cuando dice que Él pagará, así lo hará, en el tiempo que Él disponga, lo cual puede no ser en el que nosotros quisiéramos.  Al contrario, quiere que venzamos el pecado del otro con nuestro bien, y al hacerlo así, dar pie a la posibilidad del perdón y la reconciliación.

Si no estamos dispuestos a perdonar

Recordemos que la condición es muy clara, si no tenemos disposición de perdonar, tampoco “tenemos cara” de pedirle al Señor que Él la tenga con nosotros.  Si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. Hebreos 10.26-27 RV95

Sé que suena horrible pero debemos ser concientes que si elegimos el odio, la amargura, la dureza, la soberbia y lo que es en contra de lo que Dios quiere, nos atenemos a ser sujetos de su justicia.  Porque aunque Dios es amor (cf. 1a Juan 4.8) y “nos toca a nuestra puerta” (cf. Apocalipsis 3.20) para tener convivencia con nosotros, y que compartamos toda la dicha y paz de sus bendiciones en este duro mundo y en la eternidad con Él, si optamos por otro camino tendremos que vérnoslas con Él.

Despojarnos de la amargura

Un sobreviviente del holocausto, el cual tenía motivos comprensibles para estar muy amargado, al superarla decía que si alguien hubiera podido lamer su corazón, se hubiera envenenado.  Ésta es veneno para el alma y para el cuerpo, pues nuestros malos sentimientos se traducen en dolencias físicas.  Además este veneno se transmite a otros.  Mirad bien, para que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz de amargura que os perturbe y contamine a muchos. Hebreos 12.15 RV95

Si se han inclinado a cobijar y a nutrir coraje y resentimiento, independientemente de que hayan sufrido agravios graves y reales, no sólo ha brotado una “raíz de amargura” sino que ésta se estaría convirtiendo en un feo árbol grande y fuerte.  ¡Dejen de estar protegiendo del olvido eso!  ¡Dejen de estar repitiendo en cualquier ocasión que surja el odio que sienten!  Aunque no es fácil olvidar ciertas cosas cuando todavía se viven resultados de problemas causados, si quieren que eso NO LOS DOMINE, dejen que Dios se haga cargo de lo que les amarga.

En Salmos 73, Asaf cayó en una amargura que nublaba su entendimiento, al grado que renegaba de Dios; sin embargo, entró en razón y entendió que aunque pareciera que Él no se manifestaba, podía contar con que su justicia divina prevalecería.


CONCLUSIÓN


Las cosas pueden salir bien, a pesar de las adversidades, si nos conformamos a lo que él dispone.  Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8.28 RV95  Así pues, al obedecer a Dios, libérense de esa carga.  Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga». Mateo 11.28-30 RV95

Espero que trabajen con Él para que les ayude a liberarse de las cargas que tengan, sean de resentimiento, amargura, preocupaciones, temores, corajes, etc.  Lean su Biblia.  Si hacen su parte podrán estar en paz con Dios y Él podrá bendecirlos.  Una gran bendición es que vean un cambio en ustedes y propicien que Él también trabaje en la otra parte involucrada en un conflicto.  Si eso no pasara, ustedes seguirán en paz con Él y los bendecirá de todos modos.

Que Dios los bendiga les desea su amigo el Biblioguero.

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